En mi libro “De Jefe a Lider Coach”, hago esta comparativa entre un jefe común y un líder con herramientas del coaching.
Un jefe se siente más cómodo controlando el comportamiento de los subordinados, quiere saber qué es lo que hacen a cada minuto; prefiere que le reporten cada movimiento y esto hace que la gente se sienta presionada, vigilada y se pierde tiempo valioso redactando reporte tras reporte.
En contraparte, un líder coach estimula el potencial de las personas, les deja la libertad para que decidan cómo hacer las cosas, únicamente dice qué es lo que necesita de ellos y les da el espacio para que maniobren, sin dejar de supervisar, pues da retroalimentación valiosa y constructiva. Los subordinados sienten que confían en ellos y entonces se comprometen más.
Un jefe espera cumplimiento de tareas, dice qué necesita, cómo lo necesita y para cuándo. No da espacio a sugerencias de mejora, así se ha hecho siempre, así ha funcionado y así va a seguir haciéndose. Un jefe no les paga a sus empleados para pensar, les paga para trabajar y eso es lo que espera de ellos.
Un líder coach, por el contrario, sabe que los procesos están en mejora continua. Un líder coach está consciente que los que están en la trinchera de la batalla diaria son los colaboradores y constantemente está solicitando retroalimentación de cómo se podrían hacer las cosas de manera más rápida, fácil y efectiva; cómo se pueden optimizar los recursos (dinero, tiempo, material, etc.), asimismo, escucha y toma las mejores opciones para hacer sus procesos más efectivos.
Un jefe se dedica a resolver problemas. No les da a los colaboradores la oportunidad de buscar por sí mismos las soluciones. Si hay una situación, el jefe desvía su atención de lo realmente importante, perdiendo tiempo, recursos y dejando de aprovechar el tremendo potencial que la gente tiene de responsabilidad, creatividad y compromiso.
Un líder coach en cambio, escucha, hace preguntas, regresa el balón a la cancha del colaborador; da la responsabilidad a los subordinados para que resuelvan por sí mismos cualquier situación; valora las opiniones y guía para que tomen la más viable y además, sugiere en vez de imponer, y mucho menos de resolver por sí mismo.
Un jefe convencional busca el control de la gente. Aún cree que la gente necesita ser controlada para trabajar. Lo que no se dan cuenta es que cuando cambien su estilo de liderazgo a uno con herramientas del coaching, lograrán que sus colaboradores se COMPROMETAN con su labor, al sentirse valorados, respetados y empoderados.
En un equipo con un jefe convencional hay descontento, rumores, alta rotación, bajo compromiso, se limitan a cumplir con su labor, sin embargo, no dan más allá. En suma, no se ponen la camiseta. En cambio, en un equipo con un líder coach, la gente está a gusto, se divierte en su trabajo, se siente valorada y respetada, por lo que se compromete con la empresa, con el equipo y con su líder; dan más de sí con orgullo y agrado, son leales a la compañía y es muy difícil que acepten otra propuesta de trabajo aunque tenga mejores condiciones salariales. Una compañía con líderes coach genera mayor productividad y mejora continua.
Mi pregunta para ti sería: Tú, ¿qué prefieres? Si te gusta más la idea de integrar a tu práctica las herramientas del coaching, ¡yo te puedo ayudar! ¡Contactame y hagamos juntos un plan de acción para ayudarte a transformar a tus colaboradores en un equipo de excelencia!
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