Te apuesto doble contra sencillo a que en más de una ocasión has dicho algo similar a “mi jefe me hace enojar”, o “los días lluviosos me ponen triste”, o ¿qué tal ésta? ¡es genial!: “por tu culpa, soy infeliz” … ¿te suenan familiares?
Desde pequeños se nos ha enseñado a que nuestra emoción depende de algo ajeno a nosotros, cuando éramos pequeños nos decían “si te portas mal, mami se pone triste”, y entonces crecimos con esta idea, de que nuestras emociones están fuera de nuestro control y no podemos hacer nada por remediarlo, ¡ándale! El clásico “así soy, ¿y qué?”.
¡¡¡Pero estar de buenas o de malas es más crítico de lo que podemos imaginar!!! Tu estado de ánimo es algo así como un lente a través del cual vas a observar la vida, si tu estado de ánimo es triste o enojado, un hermoso día soleado te va a parecer horrible, o si estás feliz, un día lluvioso es ¡¡¡sensacional!!! (y si no me crees, pregúntales a los enamorados).
¿Cuál es el desafío? ¡Cambiar tu estado de ánimo! Cuando cambias tu estado de ánimo, ¡¡¡el mundo entero cambia!!! Hazte consciente de cómo observas las cosas. La semana pasada tuve la oportunidad de compartir el tema de Inteligencia Emocional con una empresa muy grande y muy querida, y les decía que una cosa es el hecho, o sea, lo que realmente está sucediendo, y otra es el juicio que tu emites sobre ese hecho. En otras palabras, tú decides cómo vas a reaccionar ante los hechos que la vida te pone enfrente. Lo cual significa que ¡tú puedes modificar tus reacciones!
¡Utiliza tu cuerpo! En programación neurolingüística se conoce como ROMPER EL ESTADO. Recuerdo que estaba impartiendo un taller, justamente de PNL a un equipo de ventas de una compañía de telefonía celular al norte de México e hicimos un experimento, les dije que se pusieran en “posición” de tristes: o sea, que se encorvaran un poco, que agacharan la mirada, que jalaran la comisura de los labios hacia abajo, etc… me dijeron “Adriana, devuélveme mi alegría”, lo cual significa que por el simple hecho de asumir una postura corporal puedes también adquirir el estado de ánimo correspondiente. Y si funciona así con la tristeza, ¿funcionará igual con la alegría? ¿con el entusiasmo?, ¿con el triunfo? Recuerda una situación en la que te hayas sentido invencible, un triunfador… toma la postura y observala: observa tus manos, tus brazos, tus piernas, tus gestos, tu respiración, Y ahora, cuando vayas a entrar a esa reunión clave, ponte en “posición de triunfo”. Y me cuentas cómo te fue.
Rodéate de personas positivas, pues el estado de ánimo se contagia, tanto lo negativo como lo positivo. Pero, sobre todo, tú también ¡sé factor de cambio! Si estás en un ambiente donde solo hay personas negativas, haz lo que en tus manos esté para contagiarles el positivismo. ¡Ojo! No te estoy diciendo que te unas al club de los optimistas, no (porque pasa lo que dice Odin Dupeyron con relación al exceso de pensamiento mágico p3nd3j0), más bien que busques cómo cambiar tu enfoque a lo bueno de lo malo. Cuando mi hermana confirmó que tenía covid, mi primera reacción fue escribirle “¡chin! ¡qué mala onda! ¡uy! ¡ya te dio!”, pero borré esas primeras palabras y le escribí: “¡bueno! Pues ya tienes más anticuerpos y estás generando inmunidad”. Eso, sin duda, le dio más ánimo que lo que me escribieron a mi cuando puse que tenía covid “¡ay! Cuídate y que Dios te bendiga mucho, mi esposo murió de covid hace un año”, no pues gracias por los ánimos. O como cuando un ex coachee me mandó un mensaje diciendo que la empresa donde había estado trabajando desde hacía 8 años, le dio las gracias. Estaba asustado, confundido, aturdido… ¿qué podía responderle yo? Pude haberle escrito “chin, qué mala onda, ¡uy! Y con lo difícil que es encontrar un trabajo a estas alturas del partido” (que, dicho sea de paso, es lo que la inmensa mayoría de las personas solemos responder ante este tipo de situaciones), pero mejor le escribí “¡Qué gran oportunidad de crecimiento! Estos movimientos repentinos nos sacan de balance, y está bien sentirse enojado y triste y sacado de onda… pero un mal día no es una mala vida”. No sé si mis palabras ayudaron un poco, pero en muy poco tiempo ya estaba colocado en otro lugar.
Sé un agente de cambio, tanto para quienes te rodean como para ti mismo; créeme, la vas a pasar mucho mejor que andando de grinch por la vida. Y ¿qué crees? El coaching te puede ayudar a cambiar tus perspectivas y ampliar tus panoramas. ¿Me dejas ayudarte? Solicita tu sesión totalmente gratuita aquí, ¡me va a encantar charlar contigo! Y ya sabes, ¡a iluminar el mundo con tu actitud!
Adriana Alanis es coach, formadora y entrenadora de empresarios a quienes guía a través de mentorías y capacitación en habilidades de autoliderazgo, gestión de equipos y manejo del tiempo. Autora del libro DE JEFE A LIDER COACH, best seller digital en Amazon, y creadora de la Agenda del Líder Disruptivo. Profesora universitaria con más de 20 años de servicio y vicepresidenta COPARMEX Hidalgo, Premio Nacional a la Mujer 2020 y Galardón Forjadores de México 2021.
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.