Originalmente publicado el 16 de abril, 2012 en coachingparatriunfar.wordpress.com

camino

¿Cuántas veces hemos recurrido al consejo de la mamá, la amiga, el profe, el sacerdote, el bloggero, para que nos digan qué debemos hacer con tal o cual situación?

Recordaba aquella narración en una charla sobre existencialismo, en la cual una chica estaba a punto de casarse con un super magnate corredor de bolsa, guapo, elegante, culto, de renombre, etc. (aaandale, así como el príncipe Azul de los cuentos), y unas semanas antes de su boda conoce a este arquitecto maravilloso, con quien comparte tantas y tantas cosas que a ella le apasionan pero que a su novio le aburren.

Después de salir con el arquitecto durante un lapso considerablemente corto, él le dice que le acaban de asignar una obra muy importante en Brasil, y que va a aceptar, pero que no quiere irse sin ella, que se vayan juntos, que no se case… ¡¡¡¡que la ama!!!! y ella no sabe qué hacer, le dice a su mamá y la mamá (oooobviiiii) le prohíbe terminantemente volver a ver al arquitecto… le dice a su mejor amiga (quien por cierto le presentó al dichoso tercero en discordia) y ella le dice “fúgate con el Roberto, no seas bruta, fugate!”… y ella queda en estado de no tener ni la menor idea qué hacer.

¿Cuál fue el desenlace de la historia? No lo supimos… así que cada quien le puso el que mejor se adecuara a su propia fantasía o realidad. Pero ¿a qué quiso llegar el doctor que dictó la conferencia aquella vez? ¿a qué voy yo con todo esto? a que no nos gusta hacernos responsables de nuestras decisiones, y tratamos de ver a quién se las enjaretamos.

El ser humano rehuye la responsabilidad. El ser humano rehuye la carga. El ser humano incluso querría que el Buen Dios llegara y le dijera qué camino debería tomar. Afortunadamente para todos nosotros, el Buen Dios (sea cual sea la concepción que tengas de El) nos dio un maravilloso regalo al principio de los tiempos: el libre albedrío. Dios, dice Martín Valverde, tomó una sola decisión por nosotros y esta fue, jamás decidir por nosotros.

Nos dio AUTONOMIA. Y nos la dio por un simple y sencillo hecho: PORQUE SABE QUE SOMOS CAPACES DE SER RESPONSABLES DE NOSOTROS MISMOS!!! Si El supiera que no somos capaces, no nos da esa carga tan grande!!! Hace poco escuchaba a la doctora Rocío Tello decir en una conferencia “yo soy el resultado de todos los ‘si’ y todos los ‘no’ que he dicho a lo largo de mi vida”.

Desgraciadamente la palabra AUTONOMIA y el libre albedrío, se han malinterpretado y se  ha abusado en demasía de este valor. Se es autosuficiente para poder ser dueño de sí, y el dominio propio permite obrar bien. Ahora la autonomía se traduce como “yo hago lo que yo quiero”, o bien “es mi cuerpo y yo decido sobre él”, y eso no es ser autónomo, mucho menos responsable.

Siempre trato de enseñarles a mis alumnos universitarios esto: “cada quien es responsable de sus propias decisiones y de las consecuencias, buenas o malas, de estas decisiones.” Pero rara vez pensamos en las consecuencias. Vivimos en la inconsciencia de las consecuencias.

Nos vamos al antro y tomamos hasta perdernos, y así manejamos el coche… y luego no queremos encarar las consecuencias; conseguimos la clave de un examen, y decidimos hacer trampa y luego no queremos encarar las consecuencias; decidimos tener relaciones sexuales de alto riesgo y luego no queremos encarar las consecuencias.

Este mundo está lleno de gente que no quiere responsabilizarse de sus decisiones. Que no quiere encarar consecuencias. Gente que le pide a otros consejo para ver qué decisión tomar, y que siguen esos consejos sin pensar si realmente eso ES lo que ellos quieren. Y lo malo es que con cada decisión que le delegas al otro, eres menos libre. Eres menos autónomo.

El coaching es una herramienta que te ayuda a tomar tus propias decisiones, a buscar tus propias metas, a sacar la mejor versión de ti mismo pero basado únicamente en tus propios recursos. El coaching te da luz en tu oscuridad y te enseña a ser CONSCIENTE de ti mismo y a analizar las posibles consecuencias. El coaching te devuelve tu libertad. Te da la capacidad de responsabilizarte de ti y de tus decisiones.

Y al decidir conscientemente, creeme… siempre, pero SIEMPRE vas a decidir correctamente.

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