Una de las cosas que recurrentemente me dicen los líderes con los que trabajo, ya sea directivos, gerentes, dueños de negocios grandes, pequeños, micro, es que la gente no se pone la camiseta, tal pareciera que la gente no quiere trabajar en estos días. Y no es privativo de algún sector, porque lo mismo me lo comparten fabricantes de productos, prestadores de servicios, distribuidores de autos, etc.
¿Qué es lo que sucede con los trabajadores que no se comprometen? Quizá se deba a la falta de involucramiento con las metas de la organización.
Pero entonces, ¿cómo sí hacer que tu equipo se comprometa con tus metas? No te voy a decir que es de la noche a la mañana, ¿eheee? Pero si empiezas a aplicar lo que te comparto acá, puedes empezar a ver resultados muy interesantes. De entrada te pido que CONFIES en tu equipo de trabajo: si desde el inicio estás pensando “ay Adriana, es que no los conoces! Son bien flojos, abusivos, mañosos, les das la mano y se agarran la pata…” desde ahí estamos mal. Empieza a confiar (para más información, lee mi artículo EL PODER DE PIGMALIÓN), verás que tu gente sentirá esa confianza y se sentirá más involucrado. ¡Recuerda que todo empieza desde tu liderazgo!
Otra manera: Guíalos a que ellos mismos vayan generando sus propias metas. No es lo mismo que tú les impongas lo que tú quieres que ellos logren, a que ellos mismos digan de qué son capaces, y sean ellos quienes fijen la altura de su propia valla. Eso es picarles el amor propio, ¡es lanzarles el reto! Pero el secreto está aquí: en que los guíes. No les impongas. Ayúdalos a que ellos mismos coloquen esa valla. ¿Te llevará tiempo? ¡Por supuesto que si! (pero creeme, ¡valdrá cada segundo que inviertas!) Sobre todo si eliges hacer una reunión uno a uno con tus colaboradores, y en esta reunión, (que te llevará entre 30 y 45 minutos con cada uno) les ayudas. ¿Cómo les puedes ayudar? ¡Es muy sencillo! A mí me gusta mucho usar esta frase en casos como este: “devuelve el balón a la cancha de tu colaborador”. Déjalo que él haga todo, que genere su propio plan de acción, tú simplemente ve guiándolo con preguntas, para que él te diga qué va a hacer, cómo lo va a hacer, qué requiere para hacerlo, y qué pasaría si no lo lograra.
Muchos jefes me dicen “No, Adriana, no conoces a mi gente, ¡son bien mañosos! Se van a fijar la valla muy bajita, no me va a convenir”. Pero cuando finalmente hacen el ejercicio, se sorprenden de ver que el colaborador se pone objetivos muy similares a los que tú le hubieras puesto, ¡incluso a veces hasta mayores!
¿Qué se logra con esto? ¡Mucho mayor compromiso! Recuerda que el ser humano es un ser de retos, ¡sobre todo los mexicanos! Nosotros, desde pequeños, somos muy dados a “¿a que no te subes a ese árbol?”, somos seres de retos. ¡Nos encantan los retos! Así que aprovecha esta característica humana y ¡saca al mexicano que todos tus colaboradores llevan dentro! Como ellos mismos pusieron su altura, entonces se sienten mucho más comprometidos a alcanzarlo (“¿cómo le voy a decir al jefe que no pude si yo solito le dije que lo haría?”), además, ellos te dijeron qué necesitaban y qué pasaría en caso de no lograrlo, así que tienes mucho más elementos para confrontarlo en caso de que no haya logrado su meta: “tú me pediste tal, tal y tal, y yo te los proporcioné, ¿qué falló ahí?”.
Si tú como jefe necesitas aprender a lograr que tus colaboradores se involucren con tu empresa, si quieres aprender las preguntas correctas para devolver el balón a su cancha, si quieres aprender a delegar mejor, a empoderarlos, y con esto a comprometerlos, y así tu tener mucho más tiempo para gestionar lo que realmente un jefe debe gestionar, si quieres recuperar tu equilibrio personal y laboral y tener un mayor control de tu tiempo incrementando a la vez la productividad de tu equipo, ¡yo te puedo ayudar! Da CLICK AQUÍ
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.